Lee Para el Estudio de esta Semana: Ezequiel 8; Romanos 1:22-25; Jeremías 37:1-10; 38:1-6; 29:1-14; Daniel 9:2.
Para Memorizar: “Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice trasportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz” (Jer. 29:7).
“Dentro de pocos y cortos años el rey de Babilonia iba a ser usado como instrumento de la ira de Dios sobre el impenitente Judá. Una y otra vez, Jerusalén iba a quedar rodeada y en ella entrarían los ejércitos sitiadores de Nabucodonosor. Una compañía tras otra, compuestas al principio de poca gente, pero más tarde de millares y decenas de millares de cautivos, iban a ser llevadas a la tierra de Sinar, para morar allí en destierro forzoso. Joacim, Joaquín y Sedequías, esos tres reyes judíos iban a ser por turno vasallos del gobernante babilonio, y cada uno a su vez se iba a rebelar. Castigos cada vez más severos iban a ser infligidos a la nación rebelde, hasta que por fin toda la tierra quedase asolada, Jerusalén reducida a ruinas chamuscadas por el fuego, destruido el templo que Salomón había edificado, y el reino de Judá iba a caer para nunca volver a ocupar su puesto entre las naciones de la tierra” (PR 311).
Todo esto vino no sin abundantes advertencias y ruegos de parte de los profetas, en especial de Jeremías. El rehusar obedecer trajo solo ruina. ¡Aprendamos de sus errores!
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