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martes, 6 de octubre de 2015

"Dos males"



En medio de este cuadro, el joven Jeremías comenzó su ministerio profético. “La palabra de Dios” vino a él, y él lo proclamó con la esperanza de que la gente, atendiendo a estas palabras, pudiera evitar la ruina que, de otro modo, sobrevendría ciertamente.


Lee Jeremías 2:1 al 28, y responde las siguientes preguntas:

¿Qué promesas había hecho Dios a la nación si eran fieles? (vers. 2, 3).

¿Qué hacían algunos de los sacerdotes, pastores y profetas que era pecaminoso? (ver. 8).

¿De qué maneras terribles se estaba engañando la gente con respecto a su verdadera condición espiritual? (vers. 23, 24).


Aunque la nación había experimentado alguna reforma espiritual bajo el liderazgo de Ezequías y Josías, la gente volvió a sus antiguos caminos y cayó en una apostasía peor. Como lo hizo durante todo su ministerio, Jeremías habló en términos clarísimos lo que estaba sucediendo.

Especialmente interesantes son sus palabras en Jeremías 2:13. La gente había cometido dos males: primero, había abandonado a Dios, la fuente de aguas vivas; y segundo, como resultado, había cavado para sí cisternas rotas que, por supuesto, no podían retener agua. Es decir, al abandonar a Dios, habían perdido todo. Estas palabras llegan a tener aún más significado a la luz de lo que dice Jesús en Juan 4:10.


En Jeremías 2:5, Dios dijo que habían ido tras “vanidad” y, como resultado, habían llegado a ser “vanos”. La palabra hebrea para ambos términos viene de la misma raíz hebrea (hbl) que se usa en Eclesiastés y se traduce como “vanidad”. También significa “vapor” o “aliento”. ¿De qué modo buscar cosas sin valor nos hace “vanos”? ¿Qué significa esto? ¿De qué forma este concepto nos ayuda a comprender a quienes, a veces, sienten como si su vida no tuviera sentido o valor? ¿Cuál es la respuesta para ellos?

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